jueves, 19 de marzo de 2009

Una declaración de Amor


Como ya es habitual en su filmografía, después de un gran éxito Almodóvar vuelve a un universo más personal, pero con gran carga dramática. Lo hizo tras “Todo sobre mi madre” rodando la genial “Hable con ella” y lo hace con “Los abrazos rotos” tras la fabulosa “Volver”. Pedro vuelve a llevarnos a sus recovecos narrativos llenos de secretos, dobles identidades, saltos el tiempo, juegos entre realidad y ficción, historias paralelas y diversidad de género, como ya lo hiciera en la fallida “La mala educación”, pero con mucho mejor resultado.
El director manchego hace malabarismos y nos lleva con verdadero virtuosismo desde la comedia más almodovariana (la genial 'Chicas y maletas', un remake de 'Mujeres al borde un ataque de nervios') al melodrama más desenfrenado, pasando por el noir de los 40. Toda una demostración artística de la que sólo Pedro Almodóvar es capaz de salir vencedor y de la que, salvo algunos momentos con un ritmo demasiado pausado y algunas secuencias algo alargadas, funciona de manera admirable.

Da la impresión de que 'Los abrazos rotos' es un cúmulo de emociones, ideas, diálogos e imágenes que el director quería mostrar desde hace tiempo. Y ha sabido aderezarlo de la mejor manera posible: al ritmo de la música de Alberto Iglesias y con un reparto en estado de gracia. Es básicamente una gran historia de amor, pero también una declaración y un homenaje al cine, las películas y todos los que trabajan en ellas. “Las películas hay que acabarlas, aunque sea a ciegas” es la frase con la que termina el film, todo un mensaje y una declaración de intenciones.

Una película de un romanticismo feroz, imágenes coloristas y que contiene alguno de los momentos más poderosas del cine de Almodóvar y que pasarán ya a la historia del cine: Mateo Blanco (Lluis Homar) acariciando la pantalla, "viendo" a través de sus manos el último beso que dio a Lena (Penélope Cruz); la doble confesión de Lena (Penélope Cruz) a su marido, doblándose a si misma; el puzzle de fotos rotas; la confesión de Judit (Blanca Portillo); la escena de Carmen Machi; el vestido de cadenas doradas, etc. Secuencias que se quedan grabadas automáticamente en nuestras retinas y que nos hacen comprender de inmediato por qué al cine lo llaman el séptimo arte.


Lo mejor: Penélope Cruz, Lluis Homar y Blanca Portillo, grandes, grandes, grandes. Carmen Machi, simplemente genial. La versión de “A ciegas” de Alberto Iglesias cantada por Miguel Poveda en los créditos del final.

Lo peor: Los jóvenes rechinan a veces frente a la maestría de los demás intérpretes. Algunos momentos son demasiado largos.

2 comentarios:

Pedro Alarcón Ramírez dijo...

.. Y hay que reconocer sin reservas que Penélope es una estupenda actriz, muy curtida ya, y con una generosa dosis de registros. Borda todos los roles que desempeña en la película, que no son pocos.

Yo me quedo con el autodoblaje de Lena, casi lo más bonito del filme si no se me olvida algo.

Evita dijo...

Me gustó mucho, y me llegó la canción de los titulos de crédito porque era como rematar todo la historia con una cnación preciosa.

No labios!!!!!!